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Eficiencia energética en las viviendas. ¿En qué consiste? ¿Cómo mejorarla?

Eficiencia energética. Un término que nos rodea cada vez más. Todo debe ser eficiente, todo debe ahorrar energía. Se empezó por los electrodomésticos y poco a poco el concepto se ha ido extendiendo a los demás ámbitos de nuestras vidas, incluido el de la arquitectura. Sin embargo, un concepto que parece bastante claro – aplicado, por ejemplo, a un televisor – no lo parece tanto cuando hablamos de nuestras viviendas.

Desde hace algunos años las normativas de la edificación en nuestro país han ido incluyendo e incrementando cada vez más las restricciones en materia de consumo energético. De hecho las directivas europeas apuntan a un futuro no demasiado lejano en el que los edificios deberán tener un consumo energético casi nulo. Pero ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de consumo energético? ¿Qué significa que nuestra vivienda es eficiente? ¿cómo se consigue que esta lo sea? Vamos a intentar responder a estas y otras preguntas que nos iremos haciendo sobre la marcha en este post.

El consumo energético en una vivienda: ¿Qué es?. Es muy probable que lo primero que nos venga a la cabeza sea la ya desaparecida bombilla incandescente que poco a poco se ha ido sustituyendo por otras de mayor eficiencia energética. Sin embargo, el consumo energético en el que nos fijamos para averiguar la eficiencia energética de una vivienda no radica ni en las bombillas que ponemos ni en si la nevera tiene una etiqueta A o A++. De lo que vamos a hablar es de cuánta energía necesitamos para mantener nuestro hogar a una temperatura habitable.

Evidentemente lo de habitable, a pesar de ser un término más o menos relativo, es un valor establecido por la normativa que nos va a permitir comparar unas viviendas con otras de manera fiable. Visto así, quizá la normativa peca de simplista pues hay un abanico extenso de diseños bioclimáticos que sin cumplir a priori con los estándares exigidos por la legislación podrían considerarse con un perfil de bajo consumo. No obstante, el grueso del parque de viviendas construido – y por construir – va a encajar perfectamente en lo que estamos hablando aquí.

Hemos dicho que la energía necesaria para mantener nuestro hogar a la temperatura adecuada es lo que definirá en mayor medida la eficiencia energética de nuestra vivienda, pero ya no sólo se trata de «cuánta energía» sinó de cómo se produce esta energía. Pues no es lo mismo que el agua caliente con la que nos duchamos y que recorre nuestros radiadores (por poner un ejemplo) se produzca mediante energia eléctrica proveniente de centrales térmicas, gas natural o placas solares térmicas. O por ejemplo, no es lo mismo una casa que está en sombra todo el invierno que otra a la que le está dando el sol durante esos meses de frío (o viceversa en verano).

Entonces ¿como conseguimos una mayor eficiencia energética de nuestros hogares?. La respuesta es sencilla, impidiendo que el calor se escape en invierno y evitando que la casa se sobrecaliente en verano. ¿Y como lo conseguimos esto? Existen un sinfín de soluciones pero hay que tener en cuenta una serie de puntos fundamentales que se enumeran a continuación:

1. Aislar, aislar, aislar.

El tema del aislamiento no es tan sencillo como parece: no basta con poner un aislamiento adecuado en los cerramientos perimetrales de la vivienda. No hay que olvidar que aparte de las paredes tenemos la cubierta y los suelos y todo ello forma parte de la envolvente térmica de nuestro hogar. Pero sobretodo no hay que olvidar que la gran parte de las pérdidas energéticas en una vivienda se produce a través de las ventanas y de la ventilación. Por ello es sumamente importante que la carpintería y los vidrios merezcan toda nuestra atención.

Acristalamientos dobles, con cámara de aire de al menos 10mm debería ser nuestro punto de partida. A partir de ahí y en función de las condiciones climáticas ya consideraremos que estos incluyan alguna propiedad bajo emisiva o de control solar.

En las carpinterias tendremos que huir de los perfiles metálicos simples e ir a perfiles con menor transmitancia como son los PVC, perfiles de aluminio con rotura de puente térmico o maderas (siempre que tengan un buen sistema de cierre y no haya filtraciones de aire).

2. Situar y orientar con criterio.

Si lo que vamos a emprender es un proyecto de nueva planta siempre tendremos la oportunidad de jugar con la orientación de nuestra vivienda. Esto va a resultar fundamental pues con un buen estudio de la situación y la orientación conseguiremos unas mejores condiciones bioclimáticas para nuestra vivienda. Hemos de pensar que una vivienda, salvo excepciones muy puntuales, es un elemento fijo que se inserta en un entorno concreto de una manera muy concreta cuyas características van a influir en el bienestar dentro de la casa. Es por ello que tendremos en cuenta las brisas, el recorrido del sol y las sombras que sobre la casa puedan proyectar árboles, montañas u otros edificios. Y no sólo eso, sino también donde y de qué tamaño ponemos las ventanas. Pues un mismo ventanal puede beneficiarnos si lo orientamos al sur y perjudicarnos si lo está al oeste. Cada parte de la casa debe estar pensada en función de su entorno y su orientación.

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Diferencia entre la incidencia solar entre invierno y verano en latitudes medias.

3. Controlar el soleamiento.

El soleamiento puede ser nuestro gran amigo o nuestro gran enemigo. El sol es una gran fuente de energía, y como se dice: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Pero con una buena planificación y con los elementos de sombra adecuados podremos conseguir que el sol nos dé calor en invierno y protegernos de él en verano.

Para ello debemos tener en cuenta principalmente la orientación de las ventanas que queremos proteger. Al sur podemos colocar viseras o sistemas de lamas que aprovechen la diferencia entre la inclinación de los rayos solares en invierno y en verano. Al este y al oeste puede interesarnos filtrar los rayos del sol de manera estacional, mediante persianas o sistemas de lamas verticales. Especialmente hacia el oeste y en climas más cálidos puede interesar reducir al máximo la presencia de huecos. Y al norte, en función de la severidad del clima, deberemos tener muy claras nuestras prioridades respecto al tamaño de las ventanas pues el balance de estos huecos va a ser siempre de pérdida energética durante todo el año y el desembolso en buenos cristales y buena carpintería se va a hacer notar en los bolsillos de los más atrevidos.

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4. Instalaciones eficientes y ecológicas.

Además de reducir la demanda de energía hay que ser eficientes en la producción de aquella que inevitablemente vayamos a necesitar. Es por ello que la normativa ya recoge la necesidad de implantar, por ejemplo, sistemas de colectores solares para la generación de agua caliente. También hay que tener en cuenta que algunos sistemas, como los termos eléctricos, están condenados a desaparecer debido al alto consumo de energía y a las muchas emisiones de CO2 que generan, entre otros.

www.gstriatum.com

Es mucho y muy extenso lo que se podría seguir diciendo sobre eficiencia energética en las viviendas. Es muy probable que en futuros posts abordemos otros temas de eficiencia, hablemos más de instalaciones o demos más consejos para conseguir que nuestros hogares sean más eficientes.

Mientras tanto recordad que los mejores resultados se obtienen poniéndose en manos de los mejores profesionales y que en navarro+vicedo arquitectura estamos para ofreceros el mejor servicio. Esperamos vuestros comentarios respecto al post con vuestras dudas, preguntas y consejos. Además podéis poneros en contacto con nosotros a través de nuestro formulario web.

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